Recientemente, hemos visitado, de la mano de Pilar Roig (catedrática de Restauración) y de José Luis Regidor Ros (profesor de restauración), junto con un grupo de estudiantes del Colegio Mayor Albalat, los trabajos de restauración de los frescos de Palomino en las bóvedas de la Iglesia de los Santos Juanes de Valencia. Han estado utilizando un novedoso sistema de biolimpieza para eliminar las eflorescencias salinas que dañaban la pinturas de murales de Antonio Palomino y de los hermanos Guilló, utilizando bacterias del
género pseudomonas. Lamentablemente, los trabajos se encuentran interrumpidos en la actualidad por falta de fondos. Tal vez la forma de financiarlos pase por hacerlos visitables. Aquí tenemos unas imágenes de la visita: fotos. Como relata en una entrevista la propia Pilar Roig:
En qué fase se encuentra su proyecto estrella, la restauración de los frescos de la iglesia de los Santos Juanes de Valencia?
Hemos completado la única sección que no se había tocado desde el incendio de la Guerra Civil. Ahora vamos a abordar la segunda parte del proyecto que consiste en recuperar la bóveda que fue terriblemente intervenida en los años 60. Las pinturas de Antonio Palomino que datan del siglo XVII fueron arrancadas y colocadas sobre paneles. Nosotros volveremos a colocarlas en su posición original para después proceder a rellenar con nuestro innovador sistema las lagunas que se quedarán tras eliminar los repintes. Quedan muchos años por delante porque nuestro trabajo es lento, es necesaria mucha paciencia y horas sobre el andamio, pero hemos descubierto una manera de devolver el aspecto original a las pinturas.
Háblenos de este novedoso método desarrollado en su Departamento.
Los murales de Palomino quedaron hechos polvo tras el incendio de 1936 y presentaban espacios sin pintura, de modo que no podíamos utilizar las técnicas empleadas en la Basílica de la Virgen de los Desamparados. Tampoco íbamos a adoptar el rol de restaurador clásico intentando pintar como él. Así que optamos por aplicar las nuevas tecnologías al mundo de la restauración y hemos conseguido, tras años de investigación, hacer frescos digitales.
Gracias a una fotografía original de la bóveda que tomó un aficionado antes del incendio, es posible saber con exactitud lo que pintó Palomino. Hemos tenido que tratar la imagen mediante programas informáticos, colorearla y trasladarla a una especie de impresora que reproduce fielmente el mural original a través de inyecciones de tinta.
Primero se imprime la imagen en un gel rígido que funciona de soporte. Dicho gel se convierte en una especie de gelatina en contacto con el agua y, a continuación, se coloca con un sistema al vacío sobre la pared. Cuando se retira esta capa, la tinta ha impregnado el mortero.
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